Aunque ya he leido en otros blogs, webs y demás referencias sobre las ya famosas lágrimas de Roger Federer tras perder la final del Open de Australia, pensando sobre el asunto se me ha planteado la pregunta, siempre teniendo en cuenta que el suizo es de los mejores tenistas y deportistas de la historia.
¿Alguién se imagina a John McEnroe llorando por haber perdido una final contra Börg? ¿Quién podría haber imaginado a Ivan Lendl a moco tendido después de un partido perdido contra Becker? ¿O a Ayrton Senna tras pasar la meta detrás de Alain Prost? ¿O a Cassius Clay después de recibir una descomunal paliza?
A estas preguntas, o a otras similares, sólo se les puede encontrar una respuesta monosilábica: NO. McEnroe, tras la derrota, estaría pensando en estampar la raqueta en la cabeza de su rival en el siguiente partido y Senna en echarle el coche encima al francés. No habrían llorando, no al menos en público.
Federer se ha revelado como un moñas, una nenaza, una llorona impenitente. Una demostración de flaqueza para quien quiere ser el mejor. El otro día no debió llorar, sino mirar a Nadal con la mirada inyectada en sangre esperándole en la bajadita. Pero, no, la nena se echó a llorar como una Magdalena. Seño, seño... el musculitos me ha pegado.
¿Y qué decir de Nadal? Elegante en la victoria, cierto, Pero hasta ahí, Rafael. ¿Qué coño vas a estar pidiendo el Príncipe de Asturias para el suizo? Regálale una réplica del trofeo que le ganes la próxima vez o, si acaso, pídele matrimonio, si te parece.
¿Dónde están los deportistas de raza, competitivos, con mala uva, con mirada asesina, provocadores, con ánimo de revancha....?
¿Alguién se imagina a John McEnroe llorando por haber perdido una final contra Börg? ¿Quién podría haber imaginado a Ivan Lendl a moco tendido después de un partido perdido contra Becker? ¿O a Ayrton Senna tras pasar la meta detrás de Alain Prost? ¿O a Cassius Clay después de recibir una descomunal paliza?
A estas preguntas, o a otras similares, sólo se les puede encontrar una respuesta monosilábica: NO. McEnroe, tras la derrota, estaría pensando en estampar la raqueta en la cabeza de su rival en el siguiente partido y Senna en echarle el coche encima al francés. No habrían llorando, no al menos en público.
Federer se ha revelado como un moñas, una nenaza, una llorona impenitente. Una demostración de flaqueza para quien quiere ser el mejor. El otro día no debió llorar, sino mirar a Nadal con la mirada inyectada en sangre esperándole en la bajadita. Pero, no, la nena se echó a llorar como una Magdalena. Seño, seño... el musculitos me ha pegado.
¿Y qué decir de Nadal? Elegante en la victoria, cierto, Pero hasta ahí, Rafael. ¿Qué coño vas a estar pidiendo el Príncipe de Asturias para el suizo? Regálale una réplica del trofeo que le ganes la próxima vez o, si acaso, pídele matrimonio, si te parece.
¿Dónde están los deportistas de raza, competitivos, con mala uva, con mirada asesina, provocadores, con ánimo de revancha....?
3 comentarios:
Discrepo absolutamente.
Con esas lágrimas el principal perjudicado él. Quien sabe lo que habrá pasado por su cabeza en aquel momento.
Cuando McEnroe y Lendl estén por los 13 que lleva Federer que avisen.
No sólo de mala leche vive el hombre. Pero claro, Indurain al lado de Merck era un ñoñas.
No será ni el primer ni el último deportista que llore en público.
Y sí, Federer ha hecho mucho más méritos que Nadal para el príncipe de Asturias.
Un tío que durante años ha sido la frialdad en persona no puede pagar ahora por un mal día.
Sampras lloró como un perro cuando perdió un US Open. ¿Quien se atravería a llamnrlo llorón?
Habrá que echar unos raquetazos un día para saldar diferencias. Je,je...
Federer tiene un tenis maravilloso. Ya sé que los hombres no lloran ... pero esas lágrimas eran saladas y dignas de un gran campeón. Te lo dice alguien que es más malo que un dolor jugando al tenis, pero que sabe apreciar la pata negra. Salu2.
Yo creo que no hay que amargar la victoria a su rival, como dijo Nadal, que había disfrutado menos de la victoria. Cuando pierdes debes mantener las formas y homenajear al campeón y rival, no joderle su momento.
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