lunes, 28 de marzo de 2011

Votos por el retrete.

Hoy he escuchado por la radio que se ha publicado el decreto que disuelve el parlamento autonómico y convoca elecciones para el 22 de mayo. Desde diciembre estamos sufriendo por las calles y carreteras un sinfín de vallas publicitarias que nos muestran caras (duras, por supuesto) que aspiran a trabajar por su pueblo, una forma eufemística de decir que quieren pasarse al menos cuatro años al calorcillo de un sueldo público.

Esta mañana la guagua me dejó en la nueva estación de guaguas de La Laguna. Ir a trabajar en transporte público, evitar más atascos, contribuir al medioambiente y todas esas tonterías que se dicen a partir de hoy me cuesta 20 minutos más de mi tiempo. Lo mejor ha sido, al entrar, ver que la estrechísima nueva estación no tiene paneles informativos, ni locales, ni bancos para sentarse en las dársenas, ni escaleras eléctricas, ni ascensor, que la salida para peatones es demencial y peligrosa y que da la sensación de estar todo improvisado. Lógico, teniendo en cuenta que la inauguraron el sábado porque a partir de mañana martes ya no se puede inaugurar nada. Me viene a la cabeza la imagen de la inauguración de un colegio, creo que en El Hierro, con los operarios poniendo aún el suelo y otros pintando las paredes. En ambos casos, los políticos de turno sonreían mientras cortaban una cinta de colores.

Esto es un ínfimo ejemplo de porqué el 22 de mayo me quedaré en casa. Contribuyo con mis impuestos cada mes y eso me legitima para exigir y quejarme aún cuando no haya pasado por las urnas. No pienso contribuir en nada a que esta casta de corruptos políticos profesionales, esta banda de patanes que nos gobiernan en todos los ámbitos de la sociedad, sigan haciendo de las suyas con el aval de un voto mío. Todas esas caras que veo en los carteles me producen asco: ese Bermúdez sin oficio ni beneficio durante 20 años de vida política; esa Tavío, pija de una mediocridad intelectual insultante; ese Julio Pérez, socialista de club social; o Paulino Rivero, un auténtico inútil social, incapaz de trabajar en otra cosa que no sea un cargo público al que lleva aferrado durante décadas; o el alcalde de La Laguna, Clavijo, el administrador de fincas de la empresa a la que se daba a dedo todas las obras públicas de la ciudad, o Gustavito Matos, otro socialista de los que tienen que buscarse las habas en la política porque en lo suyo no dan mi media....No sirve ninguno, no se salva ni uno.

Un voto es una decepción a medio plazo. Aquel que hoy se opone, con el tiempo terminará haciendo aquello que critica. No hay más ideología que el color del dinero. Ir a votar es perder el tiempo y votar por cualquiera de las opciones entre las que podemos elegir en las islas equivale a tirar un papel por el retrete.

lunes, 14 de marzo de 2011

Un mundo sin moral.

A estas alturas de mi vida no voy a decir que me preocupa la humanidad, fundamentamente porque no me interesa gran parte de ella. Sin embargo, nunca es tarde para volver a recordar que vivimos es una sociedad degradada en lo moral hasta límites insospechados. 

Leo mucho y veo menos lo ocurrido en Japón. Los relatos y las imagenes son, más que impresionantes, aterradoras. Lo ocurrido, y lo que sigue ocurriendo, estos días sólo puede servir para recordarnos que no somos nada, que somos extremadamente frágiles en un planeta que no podemos controlar por mucho que nos pese. Un terremoto, un maremoto, un fenómeno meteorológico, son incidencias que escapan a la voluntad humana, imprevisibles en su presencia, en su intensidad y en sus consecuencias. Leo historias de localidades borradas del mapa, de miles de desaparecidos y de cientos de muertos. Pero todo el drama humano no ha servido para que los medios, al servicio del espectáculo, hagan diariamente  apología de la superficialidad incluso en un caso como este.

Me empapo a diario todos los diarios digitales que puedo y estos días de muerte y dolor, me encuentro con asuntos  bastardos relacionados con la tragedia: que si el índice Nikkei se desploma, que si se paralizan las actividades deportivas en Japón como consecuencia del terremoto, que si antes este sitio era así y ahora se ha quedado de esta manera, vídeos más apocalípticos que espectaculares de la llegada de la ola causada por el maremoto a la costa o que si el coste de la reconstrucción será más o menos elevado. Incluso ha dado lugar para que ecologistas y afines a la energía nuclear hagan proselitismo de sus posiciones aprovechando la ocasión. Sólo nos faltaría ver a algún concejal español haciendo campaña en Tokio para las próximas elecciones.

Pero, pienso yo, no hay bolsa de valores que importe, no hay coste económico que discutir, no hay espectacularidad ninguna en las imagenes, no hay debate posible cuando hay miles de muertos, desaparecidos y desplazados que huyen del lodo y de la radiación radioactiva. Víctimas sobre las que se pasa de puntillas por los medios, a los que se trata como simples cifras heladas. Ayer 500, hoy 5000, mañana quién sabe. La miseria de la sociedad que nos ha tocado vivir es tan patente que nos emboban  (y nos dejamos embobar) con imagenes en lugar de intentar que nos movilicemos con ayudas. La sociedad de la banalización, donde todo, hasta el dolor y el miedo, es espectáculo. Un mundo, en general bastante asqueroso este que nos ha tocado vivir, que piensa más en el dinero que en las personas. Como escribía al comienzo, un mundo sin moral.

viernes, 4 de marzo de 2011

El fin del mundo.

Cuenta la leyenda que los mayas creían que el fin del mundo se producirá el 21 de diciembre de 2012, fecha en el que finaliza su milenario calendario solar. Antes, y esto es cosecha mía, el mundo habrá de pasar por cambios y más de una calamidad.

Basta coger el coche y dar una vuelta para comprobar que, efectivamente, el fin del mundo debe andar más cerca de lo que pensamos. Por ejemplo, sin ir más lejos, la semana pasada asfaltaron en tiempo récord el Camino San Lázaro, en La Laguna, vía que llevaba al menos una década con más baches que una carretera bombardeada de Afganistán. Ha comenzado la obra de mejora del enlace de la autopista del norte con la del sur. Hace tres dias, una serie de obreros arreglaban las losetas de la calle del barrio de San Benito, también en La Laguna, losetas en las que metías los pies los días de lluvia y salías con los bajos del pantalón enchumbados de agua. Hoy, para demostrar que el mundo tal y como lo conocemos va a desaparecer, ha aparecido un camión del ayuntamiento para remendar, a lo chapucero (todo sea dicho), una calle cerca de donde trabajo, calle que de producirse una revuelta popular sería el almacén oficial de piedras.

Basta coger un periódico (digital, tampoco es cuestión de ir pagando por papeles que luego sólo sirven para poner en la cocina cuando fries algo) o ver la televisión para comprobar que nuestra extinción stá cercana: los politicos están visitando los barrios, reciben a sus conciudadanos, ponen su mejor sonrisa en los carteles, prometen cosas sensatas, y hasta hablan sin tapujos de sus pensiones y privilegios.

La policía puebla las calles dando sensación de mayor seguridad. Se inauguran obras y se ponen las primeras piedras de otras. Incluso han prometido que pronto habrán hospitales en el sur y en el norte, en construcción desde hace casi una década.

¡Pero si hasta Canal 7 ha dejado de emitir en negro para empezar a emitir entrevistas de todo a 3000 € y los mítines del PRI canario!

No cabe duda, pues. El fin del mundo está cerca...y será el 22 de mayo.