Aunque la tarde había comenzado serena en el Puerto de la Cruz, al poco de que las manecillas del reloj se colocaron en las cuatro y media de la tarde empezó a caer una incesante lluvía, que no cesó hasta que a eso de las 6 recogí los bártulos rumbo a La Laguna.
Como había lluvia, había atasco. A la altura del guanche ese que toca el cornetín, en la entrada a La Matanza, y en dirección a The Lagoon, los parabrisas trabajaban a todo trapo y las luces de freno del personal avisaban atascazo. Unos kilómetros antes, en dirección Puerto, eran las luces azules de la Guardia Civil las que avisaban que había habido un accidente justo en la entrada a Santa Úrsula.
La cola, no obstante, no era debida ni a la lluvia ni a la ligera neblina. Antes de entrar a El Sauzal, dirección sur, la grúa se llevaba una furgoneta blanca con toda la sensación de haber dado sus buenas vueltas de campana.
Venía pensando, mientras conducía y repetía el almuerzo una y otra vez, que no es cierto que el problema del tráfico en la isla sea que las carreteras no son capaces de absorver todo el parque móvil. Al menos no es del todo cierto. La culpa de cómo está el tráfico en Tenerife es del estado de las carreteras y de los conductores. A mi me gustaría que el señor Presidente del Cabildo, el señor Consejero de Carreteras de la misma institución, el Consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias o que la Ministra de Fomento se pusieran al volante, de noche, por la autopista del sur, para que sepan lo que es conducir en el puto tercer mundo. Como ellos van y vienen en coche oficial...
Hoy, en la otra autopista, me encontré con tres tipos distintos de piche (o asfalto, para los que no me entiendan): tenemos el piche "aguantalotodo", que está siempre seco, caiga lo que caiga, y no tiene ni una sola brecha; tenemos el piche "pista de patinaje", que cuando caen cuatro gotas es un terreno para conducir con cuchillas en las ruedas; por ultimo, el piche "Balsa de Los Campitos", que acumula bolsas de agua y está llena de brechas. Esta tarde se ha podido comprobar como, en tramos de menos de un kilómetro, se mezclan sin sentido los 3 tipos de asfaltado.
En fin, un tramo que se hace en apenas 20 minutos se prolongó el doble, no gracias a la lluvia, sino al "efecto mirón" producido por el accidente de El Sauzal. Pasada a grúa, tráfico fluido.
Los martes, cuando voy al Puerto, siempre busco la frase que coloca esa semana el vecino de una vivienda que se encuentra a la vera de la autopista, dirección Santa Cruz, entre los kilómetros 32 y 31, justo tras la salida de La Orotava por El Rincón. Es una casa pequeña, con tejado a dos aguas, adornada en su exterior con formas geométricas hechas con lo que parece planchas finas de latón plateado, dibujando espirales cuadradas que salen por la chimenea. Quien viva en esa casa, unos metros más arriba, siempre coloca frases en un cartel de fondo verde de unos 6 o 7 metros de largo, donde las escribe de forma impecable con ese mismo aparente latón. Todas las semanas una frase nueva, siempre con sentido, enseñándoselas al mundo. La frase de hoy era "Puedes empezar de nuevo", precisamente la que más necesitaba leer en días como estos.
Como había lluvia, había atasco. A la altura del guanche ese que toca el cornetín, en la entrada a La Matanza, y en dirección a The Lagoon, los parabrisas trabajaban a todo trapo y las luces de freno del personal avisaban atascazo. Unos kilómetros antes, en dirección Puerto, eran las luces azules de la Guardia Civil las que avisaban que había habido un accidente justo en la entrada a Santa Úrsula.
La cola, no obstante, no era debida ni a la lluvia ni a la ligera neblina. Antes de entrar a El Sauzal, dirección sur, la grúa se llevaba una furgoneta blanca con toda la sensación de haber dado sus buenas vueltas de campana.
Venía pensando, mientras conducía y repetía el almuerzo una y otra vez, que no es cierto que el problema del tráfico en la isla sea que las carreteras no son capaces de absorver todo el parque móvil. Al menos no es del todo cierto. La culpa de cómo está el tráfico en Tenerife es del estado de las carreteras y de los conductores. A mi me gustaría que el señor Presidente del Cabildo, el señor Consejero de Carreteras de la misma institución, el Consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias o que la Ministra de Fomento se pusieran al volante, de noche, por la autopista del sur, para que sepan lo que es conducir en el puto tercer mundo. Como ellos van y vienen en coche oficial...
Hoy, en la otra autopista, me encontré con tres tipos distintos de piche (o asfalto, para los que no me entiendan): tenemos el piche "aguantalotodo", que está siempre seco, caiga lo que caiga, y no tiene ni una sola brecha; tenemos el piche "pista de patinaje", que cuando caen cuatro gotas es un terreno para conducir con cuchillas en las ruedas; por ultimo, el piche "Balsa de Los Campitos", que acumula bolsas de agua y está llena de brechas. Esta tarde se ha podido comprobar como, en tramos de menos de un kilómetro, se mezclan sin sentido los 3 tipos de asfaltado.
En fin, un tramo que se hace en apenas 20 minutos se prolongó el doble, no gracias a la lluvia, sino al "efecto mirón" producido por el accidente de El Sauzal. Pasada a grúa, tráfico fluido.
Los martes, cuando voy al Puerto, siempre busco la frase que coloca esa semana el vecino de una vivienda que se encuentra a la vera de la autopista, dirección Santa Cruz, entre los kilómetros 32 y 31, justo tras la salida de La Orotava por El Rincón. Es una casa pequeña, con tejado a dos aguas, adornada en su exterior con formas geométricas hechas con lo que parece planchas finas de latón plateado, dibujando espirales cuadradas que salen por la chimenea. Quien viva en esa casa, unos metros más arriba, siempre coloca frases en un cartel de fondo verde de unos 6 o 7 metros de largo, donde las escribe de forma impecable con ese mismo aparente latón. Todas las semanas una frase nueva, siempre con sentido, enseñándoselas al mundo. La frase de hoy era "Puedes empezar de nuevo", precisamente la que más necesitaba leer en días como estos.
2 comentarios:
Algo que se escapa a muchos pero que todos sufrimos cuando hay lluvia es la manía de utilizar pinturas mates y ásperas para hacer el rayado y pintura brillante i lisa para borrar dichas líneas. Cuando llueve, por muy negro que sea el borrador del rayado, se ve infinitamente más que el rayado actual, generando mil confusiones cuando, en zonas como la de Santa María del Mar hay unos 5 o 6 "borrones".
Al final manejamos por instinto, no por conocimiento de la reglamentación vial.
Más razón que un santo.
Vergüenza de "autopista"..
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