sábado, 18 de septiembre de 2010

A vueltas con la huelga general.


"Esta es una huelga contra la resignación y la impotencia. La huelga es para hacer retroceder la reforma laboral y las políticas sociales del Gobierno. Vamos a hacer retroceder la reforma, que no le quede la menor duda." Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, 17 de septiembre de 2010.

El 14 de junio de 2010 los sindicatos mayoritarios anuncian la convocatoria de huelga general para el 29 de septiembre. Tres días más tarde, el BOE publica el Decreto Ley de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo.El 15 de septiembre de 2010 se publica en el Boletín Oficial del Congreso de lo Diputados la aprobación definitiva del Proyecto de Ley de reforma laboral.

La conclusión en la que desemboca las anteriores declaraciones y el iter legislativo de la reforma es que los sindicatos convocantes nos tendrán que explicar cómo luchan contra la "resignación" cuando ellos mismos se han resignado a que se apruebe la ley, y tendrán que explicar cómo van a hacer retroceder algo que está firmado, aprobado y en ejecución.

Esta debe ser la primera vez en la historia en la que se convoca una huelga general contra una reforma laboral que ha sido aprobada sin la más mínima oposición sindical. Las más mínimas normas de la coherencia nos invitan a pensar que una huelga de estas dimensiones debe celebrarse antes de que sea aprobada, para hacer reflexionar y, en su caso, rectificar.al gobierno de turno frente a la presión de la calle. Pero no, los sindicatos más representativos, viva imagen de la connivencia con el ejecutivo durante los meses de mayor destrucción de empleo, se apuran a celebrar una huelga contra un hecho consumado, en parte, unas veces gracias a sus silencios, otras veces merced de sus tibiezas.

Lo segundo que debe hacernos reflexionar sobre esta pantomina huelguista convocada para el día 29 es el lema elegido. Dicen los sindicatos que "Así, no". Con ello dan a entender que, si bien "así", con las formas elegidas, no están de acuerdo, quizás si lo estarían si las formas hubiesen sido otras. Conclusión: no están en contra de las medidas adoptadas, sino que se trata de una mera cuestión estética. Así, no; a lo mejor de otra forma, si. Si la tan mal llamada reforma laboral es tan mala desde la perspectiva sindical, ¿no hubiese sido coherente unirse bajo un simple "No" rotundo? No cabe duda que ni siquiera los propios sindicatos quieren la huelga, fundamentalmente porque ellos mismos saben que la misma llega tarde, cuando hay más de cuatro millones de parados, cuando cientos de miles de personas carecen de prestaciones sociales e, incluso, de asistencia sanitaria, cuando el PIB está por los suelos y el déficit por las nubes. Ellos lo permitieron y callaron. Ahora, desbordados por los acontecimientos y lo aplastante de las cifras, no tienen otro remedio que lavarse la cara delante de los suyos intentando dar una bofetada al gobierno al que han encubierto desde hace más de seis años.

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