Debe ser que era lunes y, por sistema, es un día que me pone de mal humor.
Quizás es porque llegué al tanatorio a eso de las 9:30 y salí pasadas las 13:15. A lo mejor era porque después de salir del juzgado tenía que coger el tranvía, chuparme casi 40 minutos de trayecto, más otros casi 10 caminando hasta el despacho-cubículo, ir a buscar a mi hijo al colegio (otros 3 minutos de ida y 15 de vuelta), sentarme a comer a las tres menos veinte, terminar a las menos cuarto, salir en coche rumbo al sur a las 3, llegar a Playa de Las Américas a las 4 y terminar de pasar consulta a las 7 para hacer otra hora de carretera hacia La Laguna, donde me esperaba terminar 4 demandas que vencen dentro de 2 días porque los santos cojones no sé muy bien de quién han hecho que me envíen la documentación cuando les ha salido de ahí.
También puede ser porque esta mañana me ha pasado por delante una molesta espinilla que una vez se me atravesó en mitad del camino. "Hola Fran", me ha dijo. "Hola, hijolagranputa", he pensado en contestarle.
El caso es que, en fase de conclusiones de un juicio en el que la empresa ha venido sin abogado, pero con una señora muy mentirosa, no he tenido otra ocurrencia que soltar "Señora, mentir en un juicio está muy feo y además es pecado". Que conste que ella me había llamado mentiroso primero, así que fue en legítima defensa. Eso si, señora y acólitos/testigos se volvieron locos y empezaron a removerse en el banco y a soltar alguna que otra frase en mi contra. No esperaba menos.
"Espera a que se vayan, o si quieres sal por la puerta de detrás", me dijo su Señoría mientras le pedía disculpas por la ocurrencia. Me hizo un gesto con la cabeza como diciendo "Olvídate, que les den por culo" y salí, donde esperaban los cuatro de la sala, más el marido de la interfecta, para ponernos bonitos, al trabajador y a mi. Chorizo fue lo último que me dedicaron, mientras una de las seguritas, botella de agua llena en mano, se dirigía hacia ellos.
"No le veo muy entusiasmado con este asunto", me diría horas más tarde, en el sur, una señora mientras miraba los papeles de su despido. " Si quiere le bailo una jota, no te jode", he estado a punto de decirle. Pero ya había tenido bastante por hoy.
Quizás es porque llegué al tanatorio a eso de las 9:30 y salí pasadas las 13:15. A lo mejor era porque después de salir del juzgado tenía que coger el tranvía, chuparme casi 40 minutos de trayecto, más otros casi 10 caminando hasta el despacho-cubículo, ir a buscar a mi hijo al colegio (otros 3 minutos de ida y 15 de vuelta), sentarme a comer a las tres menos veinte, terminar a las menos cuarto, salir en coche rumbo al sur a las 3, llegar a Playa de Las Américas a las 4 y terminar de pasar consulta a las 7 para hacer otra hora de carretera hacia La Laguna, donde me esperaba terminar 4 demandas que vencen dentro de 2 días porque los santos cojones no sé muy bien de quién han hecho que me envíen la documentación cuando les ha salido de ahí.
También puede ser porque esta mañana me ha pasado por delante una molesta espinilla que una vez se me atravesó en mitad del camino. "Hola Fran", me ha dijo. "Hola, hijolagranputa", he pensado en contestarle.
El caso es que, en fase de conclusiones de un juicio en el que la empresa ha venido sin abogado, pero con una señora muy mentirosa, no he tenido otra ocurrencia que soltar "Señora, mentir en un juicio está muy feo y además es pecado". Que conste que ella me había llamado mentiroso primero, así que fue en legítima defensa. Eso si, señora y acólitos/testigos se volvieron locos y empezaron a removerse en el banco y a soltar alguna que otra frase en mi contra. No esperaba menos.
"Espera a que se vayan, o si quieres sal por la puerta de detrás", me dijo su Señoría mientras le pedía disculpas por la ocurrencia. Me hizo un gesto con la cabeza como diciendo "Olvídate, que les den por culo" y salí, donde esperaban los cuatro de la sala, más el marido de la interfecta, para ponernos bonitos, al trabajador y a mi. Chorizo fue lo último que me dedicaron, mientras una de las seguritas, botella de agua llena en mano, se dirigía hacia ellos.
"No le veo muy entusiasmado con este asunto", me diría horas más tarde, en el sur, una señora mientras miraba los papeles de su despido. " Si quiere le bailo una jota, no te jode", he estado a punto de decirle. Pero ya había tenido bastante por hoy.
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