Mis padres a punto estuvieron de bautizarme como Diego, ya que nací en día de la víspera de la lagunera y estudiantil celebración de San Diego del monte, con la causalidad de que mi padre se crió en el barrio del mismo nombre de La Laguna. Sin embargo, Francisco era el nombre que le gustaba a mi abuelo materno, al que nunca conocí y que nunca me conoció, y Francisco me quedé. Ahora, además de Francisco Javier, soy Francisco para cosas del trabajo, Fran para los amigos, Francis para la familia de mi madre, Javier para Ana, funcionaria de social 1 y Paco para los que quieren pasarse de confianzudos y no saben que odio que me llamen así.
Esta mañana, cuando aún dormitaba en la cama, Cris me dejó su regalo encima del vestidor del dormitorio. Aunque la noche antes me habia dicho que se había olvidado de comprarme algo, el ruido de papel de regalo de color azul que cubría, no envolvía, la caja le delató a primera hora. Entre las 8 y las 9 una decena de sms de felicitación, familia y amigos. Entre las 10 y las 12, tanatorio municipal de injusticia.
El segundo regalo del día me lo dió una pulga. Tengo sangre de perro. Si no, no se entiende porqué cada vez que una pulga ronda algún jardín, algún animal (cuadrípedo o bípedo) o cualquier esquina, se me agarra a los tobillos y me masacra sin perdón. Y como llevo unos días siendo prensa de un ataque pulguil y detecté enseguida un desagradable picor en el tobillo derecho, acompañado de un sarpullido sonrosado, me fui corriendo al baño del tanatorio.
Allí, sin un zapato y sin un calcetín, vi como un bicho de color castaño saltaba, haciendo tres saltos parabólicos, al suelo, escondiéndose detrás del retrete. Salí del receptáculo aún sin zapato, mientras un segurita entraba a, supongo, miccionar. "¿Qué estará haciendo este tio con un pie descalzo?", supongo que se preguntaría. Entró y cerró la puerta donde le aguardaba una hambrienta pulga marrón: lo siento por él.
Tercer regalo: mi madre me invitó a comer sus archifamosos (al menos para mi) pimientos rellenos más tarta conmemorativa del evento. "¿Eres madrero?", me preguntó L. (quién si no) esta mañana. "No, hay semanas en las que pasan los días y ni la veo ni la llamó", contesté. "Entonces, ¿odias a tu madre?", replicó. "Una madre es sagrada", respondí.
Por la tarde, llegó lo que L. (otra vez) ha denominado "la guitarra" (ver post más abajo), instrumento que me dediqué a afinar y poner a punto entre 8 y 9 de la noche. Luego, cena y vegetación.
Las 22:54.....creo que me voy a la cama. Mañana empiezo a descontar para los 36.
Esta mañana, cuando aún dormitaba en la cama, Cris me dejó su regalo encima del vestidor del dormitorio. Aunque la noche antes me habia dicho que se había olvidado de comprarme algo, el ruido de papel de regalo de color azul que cubría, no envolvía, la caja le delató a primera hora. Entre las 8 y las 9 una decena de sms de felicitación, familia y amigos. Entre las 10 y las 12, tanatorio municipal de injusticia.
El segundo regalo del día me lo dió una pulga. Tengo sangre de perro. Si no, no se entiende porqué cada vez que una pulga ronda algún jardín, algún animal (cuadrípedo o bípedo) o cualquier esquina, se me agarra a los tobillos y me masacra sin perdón. Y como llevo unos días siendo prensa de un ataque pulguil y detecté enseguida un desagradable picor en el tobillo derecho, acompañado de un sarpullido sonrosado, me fui corriendo al baño del tanatorio.
Allí, sin un zapato y sin un calcetín, vi como un bicho de color castaño saltaba, haciendo tres saltos parabólicos, al suelo, escondiéndose detrás del retrete. Salí del receptáculo aún sin zapato, mientras un segurita entraba a, supongo, miccionar. "¿Qué estará haciendo este tio con un pie descalzo?", supongo que se preguntaría. Entró y cerró la puerta donde le aguardaba una hambrienta pulga marrón: lo siento por él.
Tercer regalo: mi madre me invitó a comer sus archifamosos (al menos para mi) pimientos rellenos más tarta conmemorativa del evento. "¿Eres madrero?", me preguntó L. (quién si no) esta mañana. "No, hay semanas en las que pasan los días y ni la veo ni la llamó", contesté. "Entonces, ¿odias a tu madre?", replicó. "Una madre es sagrada", respondí.
Por la tarde, llegó lo que L. (otra vez) ha denominado "la guitarra" (ver post más abajo), instrumento que me dediqué a afinar y poner a punto entre 8 y 9 de la noche. Luego, cena y vegetación.
Las 22:54.....creo que me voy a la cama. Mañana empiezo a descontar para los 36.
4 comentarios:
Felicidades,ahora entiendo mi empatia hacia tus escritos,somos escorpio los dos.Por cierto que bueno tu vision del gobierno canario.
Feliz cumpleaños, Fran. Y que toques muchos más...
Felicidades. Ahora iré a visitar a algun familiar llamado Diego.
Saludos y bien fin de semana.
Fran, Francisco, Francisco Javier, Javier, Javi y Paco... vale, todo lo que tue quieras pero ¿porqué no dices tu nombre artístico? ese que te persigue como apellido adoptivo en el mundo deportivo-foril.....
No puedo dejar pasar la ocasión para, aunque un poco tarde, comentar que:
Ya que nadie lo ha hecho a estas horas, felicito a socio por su 35° cumpleaños.
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