La Laguna es un lugar extraño en cuanto a fiestas. Posiblemente sea el único pueblo de España (si no del mundo) donde no se celebran fiestas patronales. Aquí, a San Cristóbal, patrón de los laguneros, se le ningunea hasta el punto que su día sólo lo celebran los funcionarios municipales saliendo a las 12 del mediodía. La Laguna tiene dos fiestas, cada una para analizar a parte. La fiesta grande es la del Cristo, allá por el mes de septiembre, con su plaza, sus ventorrillos y sus fuegos. la otra fiesta es la que se celebra el segundo domingo de cada mes de julio: la Romería en honor a San Benito Abad.
Lo primero que extraña es que la fiesta ni siquiera tenga un día señalado en el calendario, sino que sea algo tan extravagante como "el segundo domingo del mes de julio", optando por acercarlo al 11 de julio y no al 21 de marzo, los dos días que marca la iglesia como festividad de San Benito. Lo segundo que se aleja de la normalidad es que sea la fiesta de un barrio determinado de la ciudad, pero que se desarrolla en día de la romería por todo su casco.
Vivimos en el límite sur de San Benito, donde el barrio empieza a perder su nombre para convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Lo mejor de todo es que apenas nos enteramos de la existencia de la fiesta, ya que pasa por la esquina de la calle que está a unos 50 metros de casa. Si te asomas desde el salón ves pasar gente, carretas y yuntas casi sin armar ruido, como si fuera algo ajeno. Sólo la procesión del santo, la tarde-noche de la víspera del día grande hace resonar cornetas y tambores los cristales de las ventanas. Ayer, en la procesión, más miembros del partido de la oposición que del grupo de gobierno, representado por 3 concejales de esos a los que podríamos calificar no se primeros, ni segundos, sino de quintas espadas.
La romerías vista una, vistas todas. Vestidos de magos con gafas de sol, ecuatorianos vendiendo globos y sombreros a los visitantes, yuntas tirando de carretas con más o menos imaginación, rastros de mierda de vaca, cabra y oveja que perdura durante días y vasos de plástico que se amontonan en los portales. Atrás quedaron los días en los que en la romería se repartían carne, papas y vino. Hoy, desde las carretas sólo se tiraban al público plátanos verdes, chochos y cotufas. Debe ser cosa de la crisis.
A las seis y media de la tarde terminó la ¿verbena? protagonizada por un señor con un hombre-orquesta en el escenario clavado justo debajo de los balcones de un edificio de tres viviendas. Hasta el año que viene.
PD: 19:14. El señor de la verbena ha regresado....
Lo primero que extraña es que la fiesta ni siquiera tenga un día señalado en el calendario, sino que sea algo tan extravagante como "el segundo domingo del mes de julio", optando por acercarlo al 11 de julio y no al 21 de marzo, los dos días que marca la iglesia como festividad de San Benito. Lo segundo que se aleja de la normalidad es que sea la fiesta de un barrio determinado de la ciudad, pero que se desarrolla en día de la romería por todo su casco.
Vivimos en el límite sur de San Benito, donde el barrio empieza a perder su nombre para convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Lo mejor de todo es que apenas nos enteramos de la existencia de la fiesta, ya que pasa por la esquina de la calle que está a unos 50 metros de casa. Si te asomas desde el salón ves pasar gente, carretas y yuntas casi sin armar ruido, como si fuera algo ajeno. Sólo la procesión del santo, la tarde-noche de la víspera del día grande hace resonar cornetas y tambores los cristales de las ventanas. Ayer, en la procesión, más miembros del partido de la oposición que del grupo de gobierno, representado por 3 concejales de esos a los que podríamos calificar no se primeros, ni segundos, sino de quintas espadas.
La romerías vista una, vistas todas. Vestidos de magos con gafas de sol, ecuatorianos vendiendo globos y sombreros a los visitantes, yuntas tirando de carretas con más o menos imaginación, rastros de mierda de vaca, cabra y oveja que perdura durante días y vasos de plástico que se amontonan en los portales. Atrás quedaron los días en los que en la romería se repartían carne, papas y vino. Hoy, desde las carretas sólo se tiraban al público plátanos verdes, chochos y cotufas. Debe ser cosa de la crisis.
A las seis y media de la tarde terminó la ¿verbena? protagonizada por un señor con un hombre-orquesta en el escenario clavado justo debajo de los balcones de un edificio de tres viviendas. Hasta el año que viene.
PD: 19:14. El señor de la verbena ha regresado....
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