Hoy, en Facebook, se ha creado un grupo denominado "Queremos que el pulpo Paul sea presidente del gobierno". El cefalópodo de Oberhausen se ha convertido en un acontecimiento mediático por, supuestamente, adivinar los resultados de los partidos del mundial. Hoy he leído que los pulpos son los animales marinos más inteligentes, por lo que no me extrañaría que fuese capaz de tener mayor capacidad de decisión y, sobre todo, mayor inteligencia que la que demuestra ZP. Si Zapatero ha llegado a presidente, qué no podrá lograr un pulpo.
Si un pulpo podría estar capacitado para ser presidente de una nación, un ayuntamiento se le quedaría corto. Y teniendo en cuenta quién dirige la corporación municipal de La Laguna, no un pulpo, sino un mejillón ultracongelado podría ser su sustituto en las próximas elecciones. Seguramente tendría más capacidad.
Resulta que en La Laguna se celebra estos días los actos por la festividad de San Benito Abad. No se trata de las fiestas mayores de la ciudad (eso se reserva para las fiestas del Cristo, en septiembre), sino las fiestas de uno de sus barrios. El barrio de San Benito se extiende desde la rotonda que se encuentra frente a la casa cuartel de la Guardia Civil hasta la esquina donde la calle Marqués de Celada se bifurca en la Calle Maya; a lo ancho, desde los límites del Camino Margallo hasta el Camino Las Gavias. Últimamente sus límites se han extendido hasta la esquina de Marqués de Celada y Maya con la Calle de Las Carretas, lo cual deja mi casa dentro del barrio, que para eso está a dos minutos caminando hasta la puerta de la iglesia.
Sin embargo, el alcalde okupa de La Laguna ha optado por extender la fiesta fuera del barrio, privando a sus vecinos de la mayoría de los actos principales. No sólo ha colocado la elección de la Romera en el Teatro Leal (donde apenas entran 500 personas), sino que en la noche de hoy se celebra el tradicional (?) baile de magos en la Plaza de la Concepción, a los pies de la torre de la iglesia del mismo nombre, extendiéndose hasta el comienzo de la calle Carrera, La Laguna CityCenter. Todo preparado: 3000 asientos, cientos de mesas, 2 escenarios y una orquesta salsera (música tradicional canaria, off course). Para ello, el alcalde, más conocido por ser el administrador de fincas de la que ha venido la empresa constructora más favorecida por la obra pública en el municipio, y su eficiente (?) concejal no electo de fiestas (un kinki con un cargo), han tenido la feliz idea de atascar la entrada de los establecimientos de la zona con las mesas donde se sentará "el pueblo" que pague para ello. Ha sido imposible que nadie, no sólo pudiese pasear por la zona, sino que pudiese entrar al puñado de tiendas que intentan abrirse paso en plena época de crisis, entre ellas el negocio familiar. Ni aviso previo, ni disculpas por las molestias, ni una explicación. Sólo una caja registradora vacía durante todo un día. Auténticamente vergonzoso.
Encima, mañana por la mañana, los restos de comida, basura y meadas de borrachos que se encontarán en el interior de los zaguanes de los negocios no serán limpiados por el servicio municipal de basuras, sino por los empleados de los negocios afectados. Si por mi fuera, le devolvería al alcalde okupa, independentista de rancia cuna, la jugada y mearía en la puerta de su chalecito o, mejor, en la de su despacho municipal. Qué a gusto me quedaría.
Si un pulpo podría estar capacitado para ser presidente de una nación, un ayuntamiento se le quedaría corto. Y teniendo en cuenta quién dirige la corporación municipal de La Laguna, no un pulpo, sino un mejillón ultracongelado podría ser su sustituto en las próximas elecciones. Seguramente tendría más capacidad.
Resulta que en La Laguna se celebra estos días los actos por la festividad de San Benito Abad. No se trata de las fiestas mayores de la ciudad (eso se reserva para las fiestas del Cristo, en septiembre), sino las fiestas de uno de sus barrios. El barrio de San Benito se extiende desde la rotonda que se encuentra frente a la casa cuartel de la Guardia Civil hasta la esquina donde la calle Marqués de Celada se bifurca en la Calle Maya; a lo ancho, desde los límites del Camino Margallo hasta el Camino Las Gavias. Últimamente sus límites se han extendido hasta la esquina de Marqués de Celada y Maya con la Calle de Las Carretas, lo cual deja mi casa dentro del barrio, que para eso está a dos minutos caminando hasta la puerta de la iglesia.
Sin embargo, el alcalde okupa de La Laguna ha optado por extender la fiesta fuera del barrio, privando a sus vecinos de la mayoría de los actos principales. No sólo ha colocado la elección de la Romera en el Teatro Leal (donde apenas entran 500 personas), sino que en la noche de hoy se celebra el tradicional (?) baile de magos en la Plaza de la Concepción, a los pies de la torre de la iglesia del mismo nombre, extendiéndose hasta el comienzo de la calle Carrera, La Laguna CityCenter. Todo preparado: 3000 asientos, cientos de mesas, 2 escenarios y una orquesta salsera (música tradicional canaria, off course). Para ello, el alcalde, más conocido por ser el administrador de fincas de la que ha venido la empresa constructora más favorecida por la obra pública en el municipio, y su eficiente (?) concejal no electo de fiestas (un kinki con un cargo), han tenido la feliz idea de atascar la entrada de los establecimientos de la zona con las mesas donde se sentará "el pueblo" que pague para ello. Ha sido imposible que nadie, no sólo pudiese pasear por la zona, sino que pudiese entrar al puñado de tiendas que intentan abrirse paso en plena época de crisis, entre ellas el negocio familiar. Ni aviso previo, ni disculpas por las molestias, ni una explicación. Sólo una caja registradora vacía durante todo un día. Auténticamente vergonzoso.
Encima, mañana por la mañana, los restos de comida, basura y meadas de borrachos que se encontarán en el interior de los zaguanes de los negocios no serán limpiados por el servicio municipal de basuras, sino por los empleados de los negocios afectados. Si por mi fuera, le devolvería al alcalde okupa, independentista de rancia cuna, la jugada y mearía en la puerta de su chalecito o, mejor, en la de su despacho municipal. Qué a gusto me quedaría.
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