miércoles, 26 de agosto de 2009

Conclusiones veraniegas.

1º.- Ni genética, ni leches. Se me está cayendo el pelo y se me empieza a ver el cartón. No se hasta donde llegaré, espero no quedarme con la coronilla con menos pelo que el chichi de una muñeca, pero eso de ir dejando pelo pegado en las toallas tras casa ducha no me está gustando un pelo (nunca mejor dicho). Visto desde arriba y con luz cenital la realidad es inequívoca. Sólo me queda la dignidad.

2º.- En la playa tengo que meter la barriga para adentro. Me está saliendo tripa (bueno, saliendo no, desarrollándose más), me cuelga sobre la goma del bañador, bajo el ombligo. Es dificil caminar metiendo barriga al más puro estilo Marc Ostarcevic, pero no encuentro, dentro de mi vagancia, ningún tipo de solución. Cada vez más me cuesta el esfuerzo físico tendente a bajar de peso... y más me vale porque he cogido 3 o 4 kilos en apenas 2 semanas. Ver la báscula hoy por encima de los 75 kilos me ha supuesto un shock.

3º.- En casi 3 semanas no me he acordado de nadie, ni nada, de lo que ocurre, ha ocurrido u ocurrirá de la Cruz de Piedra para abajo. Apenas hemos entrado en Santa Cruz, la capital mundial del mal, que saca lo peor de mi mismo, con su olor a refinería, su vista al mar de contenedores, sus atascos y su tanatorio provincial de justicia.

Me quedan un par de días. A por ellos.

1 comentario:

tu hermanilla (de plátano) dijo...

A meter la barriga en la playa se le llama "hacer un Obregón".