Primero, el fin de semana largo del Día de los canallas (ah, perdón, de Canarias). Luego, asuntillos personales. Más tarde, mis manazas intentando pasarme a la revolución informática, abandonando la tiranía de Bill Gates y abrazándome a la religión del software libre. El resultado fue un fin de semana largo, asuntos sin resolver y un ordenador fuera de servicio. La conclusión es que durante algo más de una semana he estado sin portatil, la pesadilla de cualquiera que para trabajar necesite de un procesador de textos, una impresora y conexión a internet.La presión ha sido tal que el domingo por la noche no pude pegar ojo y decidí irme de nuevo a los acogedores brazos informáticos del creador de Windows. Ahora, por fin, todo funciona.
Hablando de funcionar, parece que, después de los acontecimientos, la cabeza de algunos sigue sin trabajar demasiado bien. Mensaje a navegantes.
Ayer reflexionaba sobre la fuerza del deporte rey, el fútbol. Pensaba que sería uno de los pocos pringados que no podría ver el partido de debut de "la roja" (vaya nombrecito que se han inventado) porque tenía que pasar consultas en el norte a partir de las 4, normalmente hasta las 6. Pero, sorpresa, salvo una primera consulta rápida (eso es en otra ventanilla, amigo) me comunican que TODAS las consultas previstas han llamado para anular la cita. A todos, sospechósamente, les había surgido algo esa tarde... Al final, pude verlo cómodo y plácidamente desde el minuto 1 al 90.
Resulta evidente que ese deporte, lo que conlleva, tiene un algo que hace que la gente sea capaz de dejarlo todo por pegarse a la pantalla de la tele. Los eruditos dirán que el fútbol es el opio del pueblo, que levanta una cortina de humo ante la crisis que hay, que atonta a las masas.... y a mi qué más me da.
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