Cuando trabajaba para el lado oscuro de la fuerza, los almuerzos de confraternización navideña se celebraban por lo general en restaurantes pijo-santacruceros, en esos donde no falta ni el foie ni el cava que, por lo visto, se tienen por manjares exquisitos. Hasta al Club Oliver nos llevaron en mi última comida, donde nos sirvieron un arroz con bogavante que tuvimos que sufrir sin podernos quitar la chaqueta del traje. Luego, con mi paso al populacho, la única comida a la que me invitaron fue en un guachinche de chochos y moscas en Los Baldíos, con manteles de plástico, servilletas de papel y parejas desparejadas de cubiertos. En apenas un año había pasado de comer en clase bussines a hacerlo en un vagón de tercera.
Pero desde hace tres navidades no tengo comida navideña. Los que me pagan, alegando la concurrencia de la tan traida crisis, ya no hacen ágape, ni tan siquiera en el más cutre de los antros. Este año además, bajando las aguas más revueltas que las del Barranco Santos tras un diluvio en Santa Cruz, hasta se agradece que no la celebren, por aquello de los cuchillos potencialmente traicioneros volando de un extremo a otro de la mesa. Así que este año, celebrando mi inclusión en el Régimen de Autónomos (un brote verde zapateril), he decidido reunirme conmigo mismo e irme a almorzar con los mios. Yo, mi yo vehemente, mi yo tierno, mi yo irónico, mi yo violento y mi yo hipocondriaco pretendemos reunirnos para desearnos, como hacen hasta los peores enemigos en estas fechas, todo tipo de parabienes. Seremos seis en la mesa. Solemos llevarnos bien, la convivencia ha sido fácil a lo largo de estos años aunque el conjunto de acontecimientos de estos últimos 365 días ha dado para irnos conociendo mejor y atar lazos más fuertes entre algunos de nosotros. Nos ayudamos los unos a los otros, como los buenos amigos.
Pero no hay manera. Todo reservado. Ni una mesa para seis con una sola silla a ocupar en ningún restaurante de la isla. Habremos de esperar al próximo año, a ver cuántos nos reunimos esta vez.
1 comentario:
Públicamente perdón, Toxie. Cuando te imputaba una personalidad esquizoide, veo ahora que te estaba subestimando, ya que en tí habitan 6 personalidades distintas en un mismo ser, luego serías triplemente esquizoide y no una sola.
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