sábado, 27 de noviembre de 2010

La noche en blanco.

Nunca fui mucho de disfrutar las salidas nocturnas. Es cierto que durante le época de mi vida en la que salía (poco), el hecho de no beber, no gustarme bailar, ni los sitios aglomerados, ni las discotecas, lastraba la posible diversión. Pero no, o no me gusta o no sé divertirme en esas situaciones.

Esta noche se celebra en La Laguna la "noche en blanco". Sin negar las buenas intenciones municipales con la iniciativa (dinamizar la actividad comercial -hostelera, más bien- y cultural -?- del casco histórico), la noche en blanco no pasa de ser una enorme montaña de mierda que fluye por las calles de Aguere en forma de marea humana. Porque la noche en blanco, la quieran vender como sea, es eso: una enorme riada de gente vagando sin sentido. Es imposible calcular el número de personas que esta tarde-noche se ha lanzado a la calle. Miles. Familias, parejas, maguerio, pijerio, elementos barriada....Qué se encontraba esos miles en la calle: nada.

Como aún no he desarrollado esa necesidad cuarentona-cincuentona de arreglarlo todo en una tasca, con una copa de vino en la mano y un pincho de cualquier cosa en sesuda conversa, intento buscar esas actividades culturales anunciadas. Que si, que algunos edificios (Ayuntamiento, Obispado, Real Sociedad de Amigos del País, Instituto Cabrera Pinto, Teatro Leal,...) están abiertos -o casi- para visitarlos. Sin embargo, el verdadero tesoro que está en las iglesias está cerrado a cal y canto. Música en la calle por partida doble: el grupito de turno subido a unas tablas, mientras sigue sonando por la megafonía callejera infames villancicos porque a alguien se le ha olvidado apagar el altavoz en ese preciso lugar. Dos chicas haciendo de maniquíes en un escaparate y la exposición del parque de bomberos. Simplemente apasionante.

Y si, gente, mucha gente, demasiada gente, todos andando como zombies, sin sentido ni destino. Caminar por caminar. En algún sitio encontraremos algo interesante que ver o hacer... o no. Ni una cara de alegría, sólo caras de qué coño estamos haciendo aquí si no hay nada que hacer que no sea caminar como imbéciles. La fanfarria de Los Silos, gente, ruido, bares a reventar y empujones. Un placer para los sentidos.

Luego, tras dos horas de paseo, llegas a casa y cuatro indocumentados menores de edad están sentados en el escalón del portal de tu casa comiendo de la hamburgesería de al lado, llenándolo todo de mierda, con sus residuos y sus presencias.

Asumo que, a lo peor, el raro soy yo. Que no sé disfrutar de estas cosas, que no le veo el lado bueno, que tenía que haberme sentado cuando fui adolescente en un portal para comerme un bocadillo. Será que La Laguna que me gusta es la de los domingos por la mañana temprano, de calles vacías, pavimento mojado y olor a chocolate con churros. Será que no me gusta que hayan transformado a La Laguna, que era un lugar tranquilo, en la ciudad "de moda". Será que prefiero La Laguna pueblo a La Laguna centro turístico a la que vienen los santacruceros a pasear.

3 comentarios:

eclair dijo...

Vivan Los Silos Nucleares y Tox

Anónimo dijo...

Pues sí,será usted al que todo le molesta.Incluso los "indocumentados menores de edad comiéndose una hamburguesa,llenando todo de mierda con su presencia". La de xenofobia refinada que hay que leer...

Ana y Eugenio dijo...

jajajajaja....mucha razon tiene usted señor....