miércoles, 9 de diciembre de 2009

Hijoputismo.

Llevo en este negocio de la abogacía once años. Empecé en un despacho en la lagunera Calle Herradores, donde su titular me inculcó, quizás de manera inconsciente, valores profesionales como la honestidad. Luego, una buena mañana de abril de 2000 me encontré con una tonga (pila) de carpetas encima de una mesa de sindicato donde, sin idea de derecho laboral, me enseñaron que "cortando huevos se aprende a capar". Casi tres años más tarde di con mis huesos en un despacho colectivo, en expansión, donde me encontré a gusto al principio hasta que el hijoputismo empezó a llenarme el buche, con riesgo a perder la honestidad y el gusto por mi trabajo. Llevo dos años como autónomo-sindical, viviendo épocas más tranquilas y otras más convulsas, pero feliz y contento en la medida de lo que cabe.

En once años de ejercicio he defendido grandes multinacionales y al último mono de la cadena laboral; he despedido a humildes padres de familia y he atacado monstruos empresariales. Me he encontrado con gente humilde, gente prepotente, pobres, muy pobres, ricos, decentes e inmorales. No puedo estar orgulloso de todo lo que he podido hacer.

Pero lo de hoy jamás me había pasado en estos repetidos once años. Porque si de algo no se me puede acusar es de falta de profesionalidad y, por ahi, no paso.

Supongamos que se llamaba Maria la señorita que pasó por, pongamos, una oficina radicada en el sur de la isla en, pongamos, el mes de agosto de este año. Un despido de manual. Dos y dos, cuatro. A Maria, con toda su cháchara esquizoide, se le trató igual de bien, o de mal, que al resto de personas que pasan semanalmente por esa oficina. Ni sus modos, ni sus formas, ni su titulación, ni su caso, ni nada iba a hacer que tuviera un trato preferencial. Si algo tengo por norma es que en mi trabajo todos los asuntos que llevo son iguales y merecen el mismo trato. Ni más, ni menos.

Pongamos que a la tal Maria se le cita la tarde un lunes, diez días antes de su juicio, se habla de su tema, de cómo se prevé que se desarrolle el juicio y se le dice que, existiendo una posibilidad de suspensión del juicio porque su abogado quizás (y sólo quizás) no estuviese en la isla para ese día ,y de que quizás (sólo quizás) la empresa le llamase para llegar a un acuerdo (ese que hoy quería y mañana no), o bien podía darse una suspensión, o un arreglo antes del juicio.... o simplemente nada de nada, quedando en este último caso el día y hora del juicio en el lugar habitual. "Si no te llamo de aquí al viernes, nos vemos el miércoles en Santa Cruz", terminó la conversación.

Hoy miércoles, a las 11:05 horas, se ha presentado en el Juzgado la tal María. A mis buenos días ha contestado con una retahila de improperios: que si le habían avisado esta misma mañana del juicio (se le había hecho una llamada de cortesía y recuerdo de hora y lugar), que si esto no es serio, que si no eres un profesional, que si esto estaba suspendido, que si quiero nosecuántosmiles de euros (muy por encima de a los que podía aspirar), que si tengo-un-amigo-abogado-que-me-dice-que-esto-no-es-así-sino-asá, que si te voy a demandar, que si no tienes preparado el juicio porque no me has llamado para prepararlo, que si ya tienes pactado un arreglo con la empresa a mi espalda (que me había hecho un ofrecimiento pendiente de trasladar a la sujeta), que si tal y que si pascual.....Hey, hey, hey....para el carro, jaca.

Hija de la grandísima. Viene tarde, con su amigo-abogado (que se esconde como una rata), me parto los cuernos redactando la demanda, paso cuatro días preparando su juicio, buscando sentencias, reuniendo documentación, notas del registro mercantil, estudiando todas las excepciones habidas y por haber, trabajo como un cabrón.....y esta pedazo de escoria me dice lo que me dice.

Lo mejor, una de sus frases, que escuchaba impávido pero intentando mantener la dignidad: "es que en mi ciudad estas cosas se hacen de diferente manera", dijo con su prepotente acento penínsular de lugar indeterminado. ¿En tu ciudad? ¿Me estás diciendo que en "tu ciudad" las cosas se hacen mejor? Jamás me dirigo así a nadie, pero tengo que confesar que tuve que morderme la lengua para no decirle "pues vete a tu ciudad, goda de mierda".

Porque María es la típica goda que llega a Canarias, a mil kilómetros de su pueblo de boina y garrote, para trabajar en algo para lo que no sirva en "su ciudad" y que viene a dar lecciones a mi, pobre abogado "de provincias" con aspecto de moro, de lo mejor que ocurre en "su ciudad", la cual, por cierto, puede meterse por el culo. Dicho esto, que me disculpen los penínsulares (muchos) que leen este blog, a los que quiero, aprecio y admiro.

Por primera vez en once años, he renunciado a la defensa de alguien. A la vista del show de la pava paraoica lo mejor es quitarse de enmedio, eso si, de manera más decente que el pobre mamón amigo-abogado que la acompañaba (según confesó al abogado de la empresa) y que se escondió para que el marrón no le cayera de sopetón. Otro de esos hijos de puta a los que les gusta joderles el alimento a un compañero. Seguro que luego se llena la boca de corporativismo. He entrado a la Sala, he explicado la situación y se ha hecho un acta donde la individua empezó a escupir sandeces ante la mirada de una jueza que me miraba con gesto de "joder, la que te has quitado de encima, chaval". Eso si, un agradecimiento al compañero de la otra parte, un caballero que en todo momento se prestó a lanzarme un capote.

Ya sé que son gajes del oficio, pero a mi, sin un sólo reproche, queja, demanda, querella o lo que sea en mi carrera profesional, el asunto me ha afectado. Los niveles de hijoputismo están llegando a algo que jamás pensé que llegarían.

A la tal Maria le deseo lo mejor. Que gane el juicio, que le den mucho dinero, que pague a su amigo-abogado y que vaya ahorrando para pagarme las costas que le voy a reclamar, hasta el último céntimo, por el trabajo realizado hasta el día de hoy. Se va a cagar, la goda.


PD: Por cierto, teniendo en cuenta de que el nombre de la susodicha es ficticio, que no he revelado de qué va su asunto, ni la empresa implicada, ni el juzgado, sino una situación de pasillo, espero que otra vez no me acusen de vulnerar el secreto profesional. Ah, no, que Copito ya no pinta nada en esto.

3 comentarios:

Clandestino dijo...

Eso es el pan nuestro de cada día. Tu enemigo es el cliente, el contrario un posible cliente... Has hecho muy bien. Animo.

Unknown dijo...

coge aire, que mañana vas rumbo a lo deseado, olvídate de los mierdas e impresentables y dedícale toda tu mente a lo que realmente importa en esta vida.

Felicidades.

Anónimo dijo...

Miedo me da lo que Copito le vaya a hacer al resto de monos...