sábado, 26 de diciembre de 2009

La vida como un calcetín.

Donde hasta hace apenas una semana había una casa ordenada, escrupulósamente limpia, silenciosa, con apenas la luz de una bombilla por las noches y un sofá donde subir los pies ahora hay desorden, migas de pan por todos lados, interruptores que se encienden y apagan, llantos, risas y un sofá lleno de cachivaches.

Ha sido como darle la vuelta a un calcetín. Lo de atrás para adelante y sin anestesia. Menos mal que donde hay primeriza impaciencia masculina hay toneladas de paciencia femenina para capear situaciones a pares que se nos vienen encima sin saber, muchas veces, como reaccionar. Porque no es fácil. Un niño un rato es una cosa, pero dos niños todo el rato es otra bien distinta. La palabra que más hemos escuchado en estos primeros días tras aterrizar de nuevo en la isla ha sido "paciencia". Paciencia, paciencia, paciencia, paciencia....respira y cuenta hasta cien.

Los niños, no obstante, están estresados y más mosqueados que un pavo en Nochebuena: "¿pero quién diablos son todos estos blancos que intentan achucharnos, que nos zarandean, nos dan paquetitos y que se empeñan en que los llamemos tio, tia, tita, tito y demás memeces?". Si yo fuera objeto de tanto agasajo en apenas un puñado de días también pondría cara de "sáquenme de aquí" y me pondría a berrear como un poseso. Cómo se nota que en casa se encuentran seguros y tranquilos.

Me dice Idoia, de Gallarta (Vizcaya), que su nieto eusko-etiope está para "comérselo con patatas". Yo a los mios también me los comería (con papas, en este caso)....y luego me preguntaría el porqué no lo habré hecho. Pero cuando se acercan, te sonríen y te llaman "papi" con esas vocecitas....el abajo firmante duro e impasible se transforma en un tipo blando.

El lunes vuelve la rutina del trabajo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Feliz Navidad.

A todos los que se pasan por aquí a diario, a los que conozco y a los que no, les deseo una feliz navidad en compañía de los suyos y del recuerdo de los que ya no están.

lunes, 21 de diciembre de 2009

De vuelta.

Pues si, ya estamos de vuelta. Ha sido algo más de una semana muy intensa en todos los sentidos, sobre todo en el sentimental. Ahora, que por fin duermen, hemos tenido tiempo de encender los ordenadores y saludar de nuevo al mundo. Cuando tenga un rato contaré, más que emociones, impresiones sobre ese desconocido país llamado Etiopia donde, quién sabe, un día volveré. Simplemente diré que me resultó fascinante.

Gracias a todos los que están ahí, detrás de la pantalla. A Colorín, porque es la mejor madre del mundo. A todas las tías, reales o postizas, por el apoyo recibido desde el primer día, con agradecimiento especial (como no) a una real (mi "hermanilla de plátano" ) y a una postiza (Tita O. y cuasiconsorte). Gracias a J., por echarme una mano con los juicios que dejé pendiente a toda prisa (ya eres abogado sindicalista, perraca...); a L., a JAM, a R., a Checo, que seguro que se han asomado por aquí estos días en busca de las novedades que no llegaban; a la abuela de Gallarta (a quien le susurro al oído -para que nadie nos escuche- que tiene un nieto precioso y una hija y un yerno que se portaron maravillosamente bien con nosotros en las pocas horas que coincidimos); a G. y MJ, compañeros murcianos de viaje, porque a cambio de servirles de intérprete nos sacaron de un hotel infernal en Addis....

Especial mención de agradecimiento a Turkish Airlines, por hacernos más soportable el viaje de vuelta al no embarcar rumbo a Madrid 2 maletas y hacer un viaje a Tenerife ligerísimo (excesivamente) de equipaje.

Gracias, en general, a todos los que siguen este blog. Aquí estamos para lo que haga falta.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Hasta pronto.

Lo que son las cosas. Ayer escribiendo de hijoputadas (por cierto, espero me sepan perdonar por el tono usado) y hoy anunciando que mañana por la tarde saldremos rumbo Madrid para empezar un nuevo futuro. El sábado, a eso de las 12:25 horas, si ningún controlador aéreo se pone enfermo, la compañía Turkish Airlines anuncia la salida del vuelo con destino Estambul y, unas 7 horas más tarde, rumbo a Addis Abeba, donde llegaremos la madrugada del sábado al domingo.

Volveremos el 21. Vamos 2 y regresaremos 4.

No me echen mucho de menos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Hijoputismo.

Llevo en este negocio de la abogacía once años. Empecé en un despacho en la lagunera Calle Herradores, donde su titular me inculcó, quizás de manera inconsciente, valores profesionales como la honestidad. Luego, una buena mañana de abril de 2000 me encontré con una tonga (pila) de carpetas encima de una mesa de sindicato donde, sin idea de derecho laboral, me enseñaron que "cortando huevos se aprende a capar". Casi tres años más tarde di con mis huesos en un despacho colectivo, en expansión, donde me encontré a gusto al principio hasta que el hijoputismo empezó a llenarme el buche, con riesgo a perder la honestidad y el gusto por mi trabajo. Llevo dos años como autónomo-sindical, viviendo épocas más tranquilas y otras más convulsas, pero feliz y contento en la medida de lo que cabe.

En once años de ejercicio he defendido grandes multinacionales y al último mono de la cadena laboral; he despedido a humildes padres de familia y he atacado monstruos empresariales. Me he encontrado con gente humilde, gente prepotente, pobres, muy pobres, ricos, decentes e inmorales. No puedo estar orgulloso de todo lo que he podido hacer.

Pero lo de hoy jamás me había pasado en estos repetidos once años. Porque si de algo no se me puede acusar es de falta de profesionalidad y, por ahi, no paso.

Supongamos que se llamaba Maria la señorita que pasó por, pongamos, una oficina radicada en el sur de la isla en, pongamos, el mes de agosto de este año. Un despido de manual. Dos y dos, cuatro. A Maria, con toda su cháchara esquizoide, se le trató igual de bien, o de mal, que al resto de personas que pasan semanalmente por esa oficina. Ni sus modos, ni sus formas, ni su titulación, ni su caso, ni nada iba a hacer que tuviera un trato preferencial. Si algo tengo por norma es que en mi trabajo todos los asuntos que llevo son iguales y merecen el mismo trato. Ni más, ni menos.

Pongamos que a la tal Maria se le cita la tarde un lunes, diez días antes de su juicio, se habla de su tema, de cómo se prevé que se desarrolle el juicio y se le dice que, existiendo una posibilidad de suspensión del juicio porque su abogado quizás (y sólo quizás) no estuviese en la isla para ese día ,y de que quizás (sólo quizás) la empresa le llamase para llegar a un acuerdo (ese que hoy quería y mañana no), o bien podía darse una suspensión, o un arreglo antes del juicio.... o simplemente nada de nada, quedando en este último caso el día y hora del juicio en el lugar habitual. "Si no te llamo de aquí al viernes, nos vemos el miércoles en Santa Cruz", terminó la conversación.

Hoy miércoles, a las 11:05 horas, se ha presentado en el Juzgado la tal María. A mis buenos días ha contestado con una retahila de improperios: que si le habían avisado esta misma mañana del juicio (se le había hecho una llamada de cortesía y recuerdo de hora y lugar), que si esto no es serio, que si no eres un profesional, que si esto estaba suspendido, que si quiero nosecuántosmiles de euros (muy por encima de a los que podía aspirar), que si tengo-un-amigo-abogado-que-me-dice-que-esto-no-es-así-sino-asá, que si te voy a demandar, que si no tienes preparado el juicio porque no me has llamado para prepararlo, que si ya tienes pactado un arreglo con la empresa a mi espalda (que me había hecho un ofrecimiento pendiente de trasladar a la sujeta), que si tal y que si pascual.....Hey, hey, hey....para el carro, jaca.

Hija de la grandísima. Viene tarde, con su amigo-abogado (que se esconde como una rata), me parto los cuernos redactando la demanda, paso cuatro días preparando su juicio, buscando sentencias, reuniendo documentación, notas del registro mercantil, estudiando todas las excepciones habidas y por haber, trabajo como un cabrón.....y esta pedazo de escoria me dice lo que me dice.

Lo mejor, una de sus frases, que escuchaba impávido pero intentando mantener la dignidad: "es que en mi ciudad estas cosas se hacen de diferente manera", dijo con su prepotente acento penínsular de lugar indeterminado. ¿En tu ciudad? ¿Me estás diciendo que en "tu ciudad" las cosas se hacen mejor? Jamás me dirigo así a nadie, pero tengo que confesar que tuve que morderme la lengua para no decirle "pues vete a tu ciudad, goda de mierda".

Porque María es la típica goda que llega a Canarias, a mil kilómetros de su pueblo de boina y garrote, para trabajar en algo para lo que no sirva en "su ciudad" y que viene a dar lecciones a mi, pobre abogado "de provincias" con aspecto de moro, de lo mejor que ocurre en "su ciudad", la cual, por cierto, puede meterse por el culo. Dicho esto, que me disculpen los penínsulares (muchos) que leen este blog, a los que quiero, aprecio y admiro.

Por primera vez en once años, he renunciado a la defensa de alguien. A la vista del show de la pava paraoica lo mejor es quitarse de enmedio, eso si, de manera más decente que el pobre mamón amigo-abogado que la acompañaba (según confesó al abogado de la empresa) y que se escondió para que el marrón no le cayera de sopetón. Otro de esos hijos de puta a los que les gusta joderles el alimento a un compañero. Seguro que luego se llena la boca de corporativismo. He entrado a la Sala, he explicado la situación y se ha hecho un acta donde la individua empezó a escupir sandeces ante la mirada de una jueza que me miraba con gesto de "joder, la que te has quitado de encima, chaval". Eso si, un agradecimiento al compañero de la otra parte, un caballero que en todo momento se prestó a lanzarme un capote.

Ya sé que son gajes del oficio, pero a mi, sin un sólo reproche, queja, demanda, querella o lo que sea en mi carrera profesional, el asunto me ha afectado. Los niveles de hijoputismo están llegando a algo que jamás pensé que llegarían.

A la tal Maria le deseo lo mejor. Que gane el juicio, que le den mucho dinero, que pague a su amigo-abogado y que vaya ahorrando para pagarme las costas que le voy a reclamar, hasta el último céntimo, por el trabajo realizado hasta el día de hoy. Se va a cagar, la goda.


PD: Por cierto, teniendo en cuenta de que el nombre de la susodicha es ficticio, que no he revelado de qué va su asunto, ni la empresa implicada, ni el juzgado, sino una situación de pasillo, espero que otra vez no me acusen de vulnerar el secreto profesional. Ah, no, que Copito ya no pinta nada en esto.

martes, 8 de diciembre de 2009

Crónica acelerada de un puente improductivo.

Hoy martes fui a comer a casa de mi suegra. Ayer lunes trabajé, tanto en el despacho (por la mañana), como en casa (por la tarde). El domingo por la tarde fui al fútbol. Entre medio, durante el resto de horas de estos cuatro días, me llena de orgullo y satisfacción ("odgullo y zatifazión", que se dirá el día 24 por la noche en televisión) poder decir que no he hecho nada. O por lo menos no recuerdo haber hecho nada de provecho. Es lo que llamo tocamiento masivo de gónadas másculinas.

Paso las horas, no obstante, intentando que pasen rápido y, con ellas, los días de espera que aún nos quedan hasta que recibamos la llamada telefónica de la partida. Ante el panorama de incertidumbre respecto a la fecha del viaje (nos avisarán con 48 horas de antelación), y con las maletas ya detrás de la puerta, he optado por suspender un par de juicios del viernes. Por si acaso, que nunca se sabe.

Esta noche, sabiendo que mañana es el primer día laboral de la semana y que, por tanto, es el primer día potencial de recibir la llamadita, he empezado a sentir nervios de verdad. Entre nosotros, y ahora que nadie nos lee, meterme unas 14 horas de vuelo no es plato que me agrade. Pero el fin justifica los medios.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Dame paciencia (II)

Cuando el día empieza dándote cuenta que esa comparecencia en el Juzgado que tenías anotada para las 9:15 de la mañana estaba realmente señalada para las 12:15, o te lo tomas con filosofía, o te rompes la cabeza a golpes. Opté por lo primero. Aprovechemos la mañana: suspendamos un par de juicios ante la inminencia del viaje.

"Venimos a suspender de mutuo acuerdo", dije con mi encanto social psicológicamente diagnosticado.

"¿Y cuál es la causa de la suspensión?".......Tócate los cojones. La miré por encima de las gafas, gesto torcido. "Pues un mutuo acuerdo, la propia palabra lo dice", le comenté. "Pues a ver si su señoría te la concede", respondió. Pues a ver si te vas a tomar por culo, pensé en decirle.

Cumplimentado el trámite, y con ánimos de repetirlo en otro Juzgado, las dos funcionarias que fingían tratar algún no-interesantísimo tema entre ellas, mientras evitaban todo contacto visual con servidor, me remiten a otra tercera funcionaria que, faltaría más, no estaba. Tras 15 minutos de espera firmamos el acta.

Al rato apareció P. por el Juzgado. Traje con chaleco: coño, hoy tiene juicio importante. "Me he enterado de lo tuyo, felicidades", con sonrisa de medio lado. Vete a la mierda, gilipollas.

Una de la tarde. Avenida Tres de Mayo colapsada por una concentración de taxistas y conductores de guaguas del servicio público pidiendo apoyo para su sector. Los mismos que te echan la guagua encima para que les dejes pasar, los mismos que te dan un viaje turístico por Santa Cruz para hacer un recorrido de 5 minutos, cuyos taxímetros corren aún con el coche parado en un semáforo, cuyos coches apestan en su gran mayoría.....esos pidiendo la solidaridad de sus conciudadanos. Mire: cuando sea más amable, más barato y más honrado, me avisa.

Cruzado el paso de peatones de El Corte Inglés, con aire ausente, sólo pensando en lo que tardaría en cruzar la ciudad en coche, se me acerca un manifestante, me entrega un pasquín y, sin ton ni son y aire de chulo de volante me suelta "Como te veo tan así.....toma, pa que leas". "Pa que lea tu puta madre", mascullé entre dientes mientras convertía el panfleto en una bola de papel que se perdía en las profundidades de la bajada del parking del intercambiador.

Casi sin solución de continuidad, ventanilla de registro de entrada de escritos del Palacio de Injusticias. Cartel pegado en la cristalera: "Las copias de los escritos deberán estar debidamente grapados". Lo que no me esperaba era la pregunta absurda de la de detrás de la ventanilla: "¿Con cuaĺes me quedo?". "Pues con los que están grapados, como dice el cartelito". "Es que todos están grapados.....". Claro, tornillo-rosca-chapa, si quieres presento documentos de tres folios unidos por una puntada de hilo.

Menos mal que la tarde fue ligera, de esas de acabar pronto y refugiarse en casa temprano. Lo peor será mañana volverse a encontrar con personajes de éstos....o peores.