Ni hay desfiles militares a los pies del mausoleo de Lenin, ni en el centro de Pekín. O, al menos, ya no salen en la tele. Fidel Castro ya no saluda desde la tribuna y si lo hiciera lo haria en chándal. Los primeros de mayo ya no son lo que eran.
Que España pueda celebrar el Dia Internacional del Trabajador dos días después de que alcanzara los 4.900.000 parados parace un chiste. Que salgan los sindicatos, mayoritarios o no, a celebrarlo, también. Tiene guasa que hoy, por ejemplo, UGT y CC.OO hayan salido de manera conjunta a la calle en contra del recorte de los derechos sociales, esos que ellos han contribuido a cortar aguantando la podona mamporrera al gobierno, los mismos que firman pactos sociales con el gobierno de aqui y de allá con el único objetivo de salvaguardar su economía subvencionada.
Hoy un sindicato de esos que llaman mayoritarios ha salido a la calle a celebrar que en breve piensa poner en la calle, y no precisamente con los 45 días de salario por año trabajado que tanto dicen defender, a 14 trabajadores en toda Canarias. La misma organización que, después de acometer los despidos, pretende bajarle la jornada y el sueldo al resto de trabajadores. Los mismos que tienen trabajadores en fraude, los mismos que los ha tenido sin contrato de trabajo ni alta en la Seguridad Social, los mismos que se mamaron dinero público para inflar sus carteras (ahí están las imputaciones penales). Empleo estable y condiciones laborales justas para todos, pero siempre en la casa de los demás.
Esta tarde, después de la manifa a la que habrán acudido cuatro gatos (con perdón para los gatos), les supongo a todos esos ejemplos de trabajadores abnegados, luchadores por la democracia y los derechos sociales y que jamás de los jamases han realizado ninguna actuación en beneficio propio, en la fiesta anual pagada a medias entre sus afiliados y los gobiernos de turno brindando con cerveza del Carrefour por la defensa del empleo.
Si Pablo Iglesias levantara la cabeza.
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