domingo, 17 de agosto de 2008

Bilbao y sus contrastes.

Impresiones a 12 de agosto.


Con menos de 24 horas en Bilbao uno se da cuenta de sus contrastes y, en cierto modo, contradicciones. La primera, la conocida: gente de paz en territorio que unos pocos han querido transformar en zona de guerra. Nada más aterrizar en Bilbao uno se da cuenta de que algo no es normal: siendo una zona nublosa, lluviosa y fría, la terminal de llegadas del Aeropuerto se encuentra prácticamente al aire libre. El aeropuerto, una mezcla entre del Recinto Ferial de Santa Cruz y el Auditorio, presenta una terminal solamente cubierta por un voladizo, dejando entrar todo el frío. No me imagino a la gente esperando casi en la calle en Los Rodeos, con su neblina.


A colación de esto, tampoco las marquesinas (o al menos, muchas de ellas) del Tranvía (aquí Euskotran) son cubiertas, limitándose en muchos casos a 2 postes donde primero se tica el billete y luego se accede al aparato. El recorrido, de apenas unos 15 minutos, parece más turístico que para un uso eminentemente urbano.

En Bilbao, donde el sol sale de peras a olmos, los parquímetros funcionan con energía solar, algo impensable en las “afortunadas” del sol perpetuo.

Aquí al lado, a la vuelta de la primera esquina, la sede el PNV y una estatua de Sabino Arana. Justo allí, en los Jardines de Albia, 2 marroquíes y un buen puñado de negros, colombianos y ecuatorianos deambulan por el lugar. No es precisamente ese el ideal de raza que propugnaba el tal Arana, me parece a mi.


La sede del partido, a 1 minuto del hotel.

Bilbao es gris y marrón, pero se prepara para las fiestas con grandes casetas de colores y carpas donde colocar barras. Tiene un casco viejo sucio, bajo las barras de los bares se acumulan servilletas usadas y cabezas de gambas y, salvo algunos cachorros, el público en general se expresa en castellano. El Ensanche, por el contrario, es más limpio, más diáfano, más ciudad. Avenidas anchas. ¿Por qué la Plaza Circular (o Plaza de España, nombre proscrito) es plaza si no es más que una simple rotonda llena de guaguas?


El cielo del lugar.

Contrastes. La Basílica de Begoña, abarrotada en misa de a 11, novena de la Vírgen, con docenas de personas acudiendo a comulgar en un ambiente emocionante incluso para alguien que no profesa fe alguna. A la vuelta, la bajada por medio de un ascensor cutre que evita volver que repetir el paseo de escaleras cuesta abajo, sórdido y lleno de pintadas, vigilado por el individuo con el trabajo más aburrido del mundo: subir y bajar continuamente, cobrando unos ridículos 35 céntimos por persona, sin luz natural ni aire, sólo con el entretenimiento de una radio vieja atada en lo alto con un nudo hecho de cables negros.

Bares, burgers y Herrikotabernas. No sé quién askatu. Ecuatorianos en las cocinas grasientas del Burgen King de Abando.

Casco Viejo y Guggenheim. Puente de San Antón y puente Zubizuri. Arenal y Euskalduna.

Esta mañana amaneció nublado y con el paso de los minutos empezó a llover, primero una llovizna, luego un buen chubasco. No recuerdo haberme puesto jamás un chubasquero en pleno mes de agosto. De repente paró y sólo apareció, durante 5 minutos, doce horas más tarde.

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