Como pitoniso no tengo precio. No acierto ni una. Donde veía una salida imposible en función del cargo y del servicio, éste fue el primero que vinieron a cargarse. Donde decía que se trataba de un trabajo estable, porque un servicio como ese jamás se cerraría por razones políticas y estatutarias, un día presentaron papeles en una ventanilla y cambiaron las cerraduras. Por tanto, prometo por mi conciencia y honor que nunca más volveré a hacer pronósticos.
De repente, todo cambia y el año nuevo se mueve al 1 de julio. Año nuevo, vida nueva. De la estabilidad más absoluta a la incertidumbre del futuro. De la práctica funcionarización laboral a la búsqueda de nuevos horizontes.
Son días extraños para los dos. Pero estoy convencido de que lo que viene será inmensamente mejor que lo que dejamos y nos dejan atrás.
Eso si, prometo escribir un día algo querellable referente a nuestro más inmediato pasado profesional. Permanezcan atentos a nuestra sintonía.
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