jueves, 27 de diciembre de 2007

Norte y Sur.

Hace unos días que no escribo en el blog. Podía haber aprovechado estas fechas para desear a mis 5 o 6 lectores mis mejores deseos navideños pero, qué coño, los deseos se deben desear y ofrecer durante los 365 días del año. He estado estos días poniéndome al día en mis nuevas ocupaciones y ello ha supuesto el tener que visitar (como tendré que hacer regularmente) el norte y el sur de la isla, el Puerto de la Cruz y la Playa de Las Américas.

El norte y el sur son, Perogrullo "dixit", absolutamente diferentes. Norte verde, sur árido. Norte de autopista entretenida, Sur de carretera insoportable. Soy más del Norte, de sus pueblos, de sus gentes y de su mar. Seguramente porque gran parte de esos últimos casi 10 años los he pasado yendo y viviendo hacia allí. Familia obliga.

Pero el gran desconocido, al menos para mi, es el sur. En 2 mañanas de consultas, moldavos, colombianos, búlgaros y penínsulares. De la tierra ninguno. Aún más, puedo llegar a asegurar que en San Eugenio bajo el tinerfeño no existe, que es una raza, no de vías de extinción, sino completamente extinguida. Por las calles sólo pueden verse turistas extranjeros a pecho decubierto cargados de bolsas del Mercadona cercano y trabajadores de todas las nacionalidades (blancos, negros, amarillos, indios), salvo canarios. No es un reproche, ni una queja, sólo la cruda realidad, aquello de la multiculturalidad.

Por eso el Sur es más impersonal, más frío a pesar de sus 12 meses de verano. Uno no se siente en nada identificado con aquello. Pobres de aquellos que viven o trabajan allí siendo de aquí. Mi sentido pésame.

martes, 18 de diciembre de 2007

Un buen comienzo.

El inicio del nuevo andar no ha sido del todo malo. Primero, porque hacía tiempo queno iba a ese sur, probablemente desde el mes de agosto, y siempre es agradable reencontrarse con el sol (los laguneros vivimos permanentemente a la sombra). Segundo, porque hacía tiempo que no me servía útil. La sensación del primer estrechón de manos a mis dos primeros clientes búlgaros de mi primera consulta sureña fue indescriptible. Fue algo así como un "buenos días, ya estoy aquí". Regresar a las consultas con trabajadores me ha mandado cinco años hacía atrás en el tiempo, me ha rejuvenecido en cierto modo.

El nuevo status quo profesional lo he podido comprobar de manera más acusada durante el día de hoy. Por la mañana he podido ir a la defensa de la Tesis Doctoral de mi hermana (la ya doctora en Ciencias Físicas Silvia Alonso Pérez). Me he permitido el lujo de poder ir a comer en su celebración y de no pasar consultas por la tarde: las órdenes eran claras: alerta amarilla = suspensión de las consultas. Tarde libre para pasear. Una gozada. Igualito que antes.

Mañana pisaré el Palacio de las Injusticias de nuevo como abogado, no como simple acompañante o paseante. Y luego, otra vez a las consultas en Méndez Núñez. 1825 días después, exactamente.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Despegando.


Dice la canción de Miguel Rios que "los viejos rockeros nunca mueren". Las personas combativas tampoco. Después de prácticamente 2 meses de destierro involuntario, este rockero vuelve a la carretera el próximo lunes con sus "grandes éxitos". No sé cómo será el regreso y, confieso, llevo con nervios en el cuerpo desde hace unos cuantos días, como si fuera mi primera vez. Necesito el regreso a la toga, pero a la toga a mi manera y eso es lo que espero a partir de ahora. Serán días de trabajo y sacrificio, pero también de, en el fondo, rendirme cuentas a mi mismo. He rechazado la posibilidad de trabajar en otro sitio más prestigioso, más glamouroso y más oneroso a cambio de, espero, auto-gestión y no estar atado a la dictadura del reloj de 9 a 19. Se acabaron las dictaduras. Abróchense los cinturones, que voy.