martes, 30 de octubre de 2007

La cola del paro.

No es ningún eufemismo. La cola del paro existe. Ayer lo viví en carne propia. Más que la cola, las colas de la oficina del desempleo se vuelven para quien no está acostumbrado a habitar en ellas en una de las peores experiencias que se puede tener. La primera impresión que se tiene al estar una de ellas es que nadie está libre de formar allí: hombres y mujeres de entre 18 y 65 años, con formación o sin ella, de extracto social bajo, medio o alto.

Primero hay que pasar por la cola de “información”, donde un funcionario con aspecto de prejubilado informa con desgana. Después de 30 minutos de espera expuesto a las miradas de los presentes el funcionario desganado me informa en 30 segundos de que debo pasar por otro departamento de la oficina.

El vigilante de seguridad se constituye en el dador de número de turno para el departamento de “demandas”. Número 57, acaban de llamar al 35. Los números no se muestran en una pantalla luminosa, sino que son gritados por cualquiera de las cuatro funcionarias que atienden el servicio. Casi 40 minutos de espera. Por allí, mientras, pasan individuos con pantalones deportivos a media pierna, camisetas recortadas, tenis y gorra. Madres con niños en carritos. Extranjeros despistados. Los habituales tratan por su nombre a los funcionarios y se mueven a sus anchas por el recinto. Sin pudor, el funcionario de turno te explica que si se te ha olvidado ir a firmar la cartilla del paro en la fecha señalada la solución está en que el médico de cabecera te emita un certificado médico diciendo que ese día y a esa fecha estabas en su consulta, sea cierto o no.

El 57. Paso entre unas escuetas mamparas que intentan dar privacidad después de algo más de una hora a la vista. Me siento delante de la funcionaria que me pregunta si es mi primera vez. Teclea mi número de DNI y, oh sorpresa, aparece el nombre de una tal Sonia nosequé. Funcionaria que se levanta y desaparece durante unos minutos para volver diciéndome que el programa informático utilizado para comprobar mis datos (no se fía de la autenticidad de mi DNI, por lo visto) está estropeado desde el jueves y que el informático no da con la solución. Déjeme su número de teléfono, que ya le llamaremos. Adiós y lo siento mucho. Pasadas 24 horas el teléfono volvió a sonar. Allí habrá que ir de nuevo.

domingo, 28 de octubre de 2007

Fuera de circulación.

He decidido volver. No porque el público me lo pida, sino porque el cuerpo y la mente lo necesitan. El anterior abajofirmante no desapareció del todo (a pesar de petición expresa so pena de iniciar acciones legales contra él) porque sus artículos y "opiniones" (entre comillado, como a alguno le gusta escribir) siguen vivos y están siendo objeto de recopilación. Las excusas se han pedido y el peaje se ha pagado con creces. Continúo en la lucha, que se sepa.

Mañana hará 10 días que me han sacado de la circulación. Bueno, que han intentado sacarme de la circulación. La maniobra agresiva para echarme a la cuneta, tengo la sensación, de que sólo ha supuesto un empujoncito. Me han sacado del asfalto por unos días pero dentro de nada estaré de nuevo en la carretera. Todos, sin excepción, con los que he hablado estos días me dicen que "no hay mal que por bien no venga": no tengo la más mínima duda.

Quizás este blog, a partir de ahora, se convierta en el diario de un parado a punto de cumplir los 33. Aquel al que han intentado frustrar su carrera profesional por un quítame allá esas pajas. Mis primeros 10 días de descanso forzoso (los primeros 10 días de paro no vacacional en 9 años de ejercicio) se saldan con mucho cariño, el mismo que quiero devolver en el futuro. A todos, muchas gracias.

Mañana iré a la cola del paro, a eso de la tramitación de la prestación. Quién me lo iba a decir. Luego, comenzaré mi nuevo camino, que no sé a dónde irá a parar pero que andaré acompañado, con paso firme y decidido. Se ofrece abogado laboralista con 8 años de experiencia. Razón, aquí.